viernes, 3 de febrero de 2017

Brasil y Singapur, ¿qué pasaría si se invierten roles?

Brasil y Singapur. Algunos hechos contra fácticos.



Actualmente, cuándo se compara por los numerosos índices que organizaciones académicas o empresariales presentan  cada año para medir el desempeño de los países (competitividad, innovación, educación, y otros) Singapur siempre aparece en los primeros 10 lugares mientras que Brasil ocupa las posiciones por encima del número 60. Un detalle curioso: Singapur nunca aparece en los mapas convencionales porque es tan pequeño que para ser visto, los mapas deberían ser del tamaño del Muro de los Lamentos (Jerusalén). Brasil es un gigante 12.000 veces más grande y es visible desde el espacio.



Veamos algunos hechos: El Índice de Competitividad Global,  desarrollado y publicado anualmente desde 1979 por el Foro Económico Mundial, muestra en el informe de 2015-2016 a Suiza en el puesto número 1, Singapur el puesto 2. Brasil está en el puesto 57. El índice de competitividad mide la habilidad de los países de proveer altos niveles de prosperidad a sus ciudadanos. Esta habilidad depende de la manera como un país utiliza sus recursos disponibles. En consecuencia, el índice mide un conjunto de instituciones, políticas y factores que definen los niveles de prosperidad económica sostenible hoy y a medio plazo.

En el Índice de Competitividad del Talento Global 2017 (publicado por INSEAD, Adecco) los lugares son: Suiza (1), Singapur (2) Brasil (81). En el Índice de desarrollo Humano (NNUU-UNDP) los lugares son: Noruega  (1), Singapur (11), Brasil (75).
En el Índice de Innovación 2015 (INSEAD, universidad Cornell, WIPO) aparecen  Suiza (1), Singapur (7), Brasil (70). Singapur es superado por  USA,  Reino Unido, Finlandia, Suecia por razones obvias.



¿Significa esto que todo en Brasil es malo o mediocre? No, existen islas de excelencia que desafortunadamente son superadas por la inmensa masa política y empresarial que busca el camino fácil y sinuoso para cumplir sus torvos fines. Las universidades del Brasil son las mejores de Latinoamérica, la calidad académica es respetable, existen importantes empresas. Pero no es suficiente.

¿Siempre fue mala la situación en Brasil? ¿En qué momento se perdió el rumbo? Juscelino Kubischeck), presidente entre 1955 y 1961, se propuso adelantar al país en 50 años, por lo que empezó con una decisión osada y visionaria, la creación de Brasilia como nueva capital. La obra de Lucio Costa y Oscar Niemeyer nos muestran esa gran visión. En 1961, el astronauta Yuri Gagarin que visitó Brasilia dijo:”Tengo la sensación de desembarcar en un planeta diferente, no en la tierra”  (El Comercio, 21 abril 2010, Casas:6).

Con Kubischeck terminó todo, la visión, el sueño y la ambición de ser un gran país. Hoy Brasil es solo un territorio gigantesco, nada más; un gigante torpe que se cae y arrastra a otros con él. Con Kubischeck se acabó la voluntad de grandeza, la ambición.

Por contraste, Lee Cuan Yen tuvo la visión clara desde el comienzo. En la misma época en que Kubischeck se proyectaba 50 años hacia adelante, teniendo todo a la mano (un gran territorio, recursos, una gran población) Kuan Yew también se proyectaba, sin nada (prácticamente con una mano atrás y otra hacia adelante). La diferencia es que tuvo el apoyo de un pueblo que compartía sus carencias y anhelos, sus temores y ambiciones, y que debían elegir entre vencer o morir. Eso llevó a Singapur al lugar donde está ahora.



¿Qué tiene Singapur? Solo menciono algunos factores decisivos. Liderazgo, la comunión del pueblo con el líder, la intencionalidad. Lee Kuan Yew partió a la eternidad en 2015, aunque dejó el gobierno antes,  pero los sucesores no se dedicaron a repartirse el botín, continúan con su legado, las nuevas generaciones mantienen la visión y espíritu de grandeza.



En la gráfica siguiente se muestran algunos hechos actuales referidos a Singapur y Brasil. En el eje vertical se representan las condiciones generales que se expresan en indicadores; se aprecia que siempre Singapur está por encima y que desde el año 2000 Brasil se estanca o declina notoriamente.



Recurriendo la imaginación, veamos algunos detalles contrafácticos: ¿Qué hubiera pasado si Lee Kuan Yew, continuando con la visión de Kubischeck,   hubiera sido líder de Brasil y el pueblo hubiese compartido su misión, y hubiese estado dispuesto a seguirá las  reglas, a sacrificar el presente fugaz por el futuro? El resultado hubiera sido mucho tal vez impresionante y Brasil sería una de las cinco potencias mundiales. Si Kuan Yew hubiese estado solo, habría dado lo mismo que se llame Joao, Pele, Kaka o Zeze, y el  país siempre se  habría encaminado por la senda de la mediocridad.

En el caso opuesto y solamente a partir de 1980, ¿qué habría pasado, si Singapur caía en manos de los grupos que hoy gobiernan Brasil? Habría desaparecido del mapa, lo hubieran vendo al primer postor y Singapur  sería nuevamente el lupanar, el burdel de paso por esos mares lejanos, como lo fue antes de que Kuan Yew se indignara y decidiera crear una sociedad respetable.  



Hay que agradecer a Dios porque ahora existe Singapur, porque sirve de modelo para países como Perú, que tienen todo pero que no se atreven a dar el salto, no el paso, el salto para ser grande (y sin usar la puerta falsa como se pretende con el ingreso a la OCDE).